martes, 11 de enero de 2011

El mundo




                         El mundo
   Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Co-
lombia, pudo subir al alto cielo.
   A la vuelta contó. Dijo que había contemplado desde
arriba, la vida humana.
   Y dijo que somos un mar de fueguitos.
   -El mundo es eso -reveló- un montón de gente, un mar
de fueguitos.
   Cada persona brilla con luz propia entre todas las
demás.
   No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fue-
gos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de
fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fue-
go loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fue-
gos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la
vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin par-
padear, y quien se acerca se enciende.



Oración de un desocupado

Oración de un desocupado

Padre,
desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.

Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay,
bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,
este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón,!
yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello
de "Violín y otras cuestiones"